El hecho de haber vivido en un país no católico como es mi caso, me enseñó a marcar distancias desde muy joven, con respecto a las religiones en plural.Todas o casi todas adolecen de lo mismos: fuera de ellas no hay salvación, de la cada una se entiende, solo hay que oír a los Testigos de Jehová, a esto hay que añadir las restricciones a veces absurdas que se pueden entender en un contexto histórico/biblíco,cuando Moisés prohibió el consumo de carne de cerdo por la triquinosis, o el de mariscos y moluscos por la cantidad de gente que moría por ingerir el consumo de ambos productos en mal estado, en una época donde no se podían conservar bien los alimentos y cuando llegaban al consumidor estaban para tirarlos, cosa que no se hacía. A esto hay que añadir la prohibición de sexo salvo para procrear, al hombre siempre se le permitió mientras que a la mujer se le acusaba, hoy en las principales religiones poco ha cambiado este asunto.
Desde hace ya unos cuantos años, la gente en España cambia de religión con cierta facilidad, una veces por convencimiento, otras por motivos espurios como el el matrimonio, pero siempre son las mismas conversiones, españoles convertidos al Islam, y no al contrario, entre los judios también se da, el judaismo obliga a su conversión, llegando incluso a cambiar el nombre, no he conocido ningun converso al catolicismo ni entre árabes ni entre judíos.
Existe una idea generalizada que fuera de tal o cual religión no hay salvación, es como si Dios hubiera dado una especie de exclusiva. Aceptar un cambio de religión incluye a veces un cambio de costumbres, incluso alimentarias, de amistades, a veces de alejamiento de la familia y de contexto cultural, y todo por una supuesta salvación o por amor.
Se puede creer en Dios fuera de la religión, se puede llevar una vida sana e incluso con principios éticos, todo depende de la calidad del individuo y no de lo que desde los púlpitos marquen
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